Unos billares latinos escondidos entre los oscuros arcos de Elephant and Castle. Se viste barriobajero pero de clientela amable, ya son unas cuantas noches las que tuvimos que salir a gatas del sitio, a las horas en que la gente real sale a desayunar. Cuidado con el licor antioqueño y las mujeres que te retan a la rana: llevas las de perder. Allí me aposté, completamente incapacitado por el alcohol, una sesión de sexo oral al billar y gané, aunque aún no he recibido mi premio, ni se me ha pasado la resaca.
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