Diario de Londres III

A veces me sorprende la capacidad que uno puede adquirir para mantener conversaciones sobre asuntos que en el pasado eran irritantes. Por ejemplo, la crisis, las hipotecas o las tarifas de telefonía móvil. Antes, no hubiera duda en eludir cualquier charla acerca del asunto por estomagante, tópica, aburrida. Ahora uno fluye – o escucha – como si en toda su vida no hubiera esperado otra cosa que pontificar sobre la velocidad de la BlackBerry o la falta de salidas en el mercado laboral. Nadie incurrirá en algo más que repetir, a nuestro modo, todo aquello que está dicho: son mímica televisiva.
Parte de la culpa, creo yo, del simpático abotargamiento que me impide crear nuevas displicencias es que en el fondo, el silencio es más temible, por cuanto el significado del silencio no alude ya a la contención o a las buenas formas. Un silencioso ya no es un tipo discreto, sino un idiota que no tiene qué decir. De ahí la necesidad del ruido, de hablar y hacerse entender, de construir la identidad a partir del reflejo, de no parecer un idiota. Para eso está el objetivo del periodismo: informar, habida cuenta de que en tanto que verbo transitivo necesita su objeto, y a menos que las lechugas reclamen conocer el estado del IBEX, solo tiene un destinatario: nosotros. Un verbo extraño, que tiene algo de imposición, como cuando un ejército o un grupo de exaltados justifica su existencia alegando «que se ha creado para defender», entendiendo que la Parabellum o los Kalashnikovs conforman esa defensa ante la potencial agresión. El deber es «informar», es ineludible y se reviste con la capa de la necesidad de «ser informado», de convertirse en el objeto de tal acción, bien entendido que esa necesidad parece ya impuesta desde el mismo discurso.

Comentarios

akaki dice:

anda que no he escuchado veces a los presentadores de televisión ayer con la huelga general: nuestro deber es que la gente esté informada y por eso estamos aquí trabajando. Y luego resulta que ponían los mismos videos una y otra vez, en definitiva, que de 4 horas de ser informado, solo informaban 30 minutos….

un saludo

Chiki dice:

«Así son las cosas y así se las hemos contado».
Aunque queramos que sean de otra forma, nunca se podrá conseguir porque somos unos conformistas incondicionales y nos aferramos a la moda, que a día de hoy es la de «no pensar».
Estúpido ruido… cuánto ruido.

Besitos hermanito

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