La mesura de José Mateos

De las numerosas dudas que pueden asaltar a un lector de poesía, hay una que resulta crucial puesto que formará no sólo su criterio sino sus lecturas: ¿cómo distinguir la buena poesía de lo que no es? En narrativa la cosa puede estar más o menos clara: estructura, verosimilitud de la trama, fidelidad de los personajes, atar corto a los estereoripos… En la poesía, al tratarse de un fenómeno específico del lenguaje, los límites son más abruptos – se puede saber cuando un poema es terriblemente malo, y sin embargo la línea entre la mediocridad y la más absoluta genialidad es difusa.

Correlato objetivo, sinestesia, aliteración, peridiplosis, ripios… Da la impresión de que el aparato formal para el análisis de los poemas es mucho más extenso (lo sabemos bien los sufridores de la LOGSE) que para narrativa y. sin embargo, sigue sin proporcionarnos en su resultado final un sí o un no absoluto. Y, claro, entonces tenemos que recurrir a los críticos e historiadores.

No obstante, hay poetas que por su metodicidad y su mesura nos absuelven del amargo trago de las notas a pie de página, el diccionario o jugosas e inanes biografías para adentrarnos en su escritura. Lo que hay que saber de José Mateos es que escribe en castellano, que se maneja endiabladamente bien en las formas clásicas, y que su obra está recogida en un tomito llamado Reunión: para lo demás está la Wikipedia. Mal amigo de la jarana y del rollito quasi-lascivo que a veces se da entre poetastros, su poética la defiende así.

Todavía algunas noches,
padre mío, me despiertas
y me preguntas, temblando,
como a través de la niebla,
si ha de venir algún día
para ti la primavera.

-¿Es que no sabes que has muerto,
que donde estás no florece,
cuando es abril, la semilla,
aunque en el campo la entierres?

Y contestas: -«Hijo, ¿cómo
me hablas estando yo ausente?
¿A quién de los dos, entonces,
está engañando la muerte?»

Del libro Canciones

La poesía de José Mateos es la poesía de alguien que trabaja en el silencio, con una paciencia de ingeniero, apuntalando verso a verso una arquitectura majestuosa por la que más tarde el lector pueda pasearse y maravillarse con los lienzos, esculturas y jardines allí expuestos, y una vez finalizado el paseo extático se extrañe de no haberse preguntado antes de quién se trataba, quién había hecho posible ese paseo.

Comentarios

Mary Jane dice:

Mientras leía este post, tenía abierto mi espacio y sonaba de fondo la canción de Sigur Ròs que tengo en el reproductor de windows media.
Brrr, esta combinación me ha puesto los pelos de punta.

Me ha gustado el poema.

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