Una presentación de rigor
Comienzo este diario de anotaciones para escritores con el humilde propósito de compartir mi experiencia como escritor y formador de escritores, y tratar de hacerlo de una manera didáctica, amena y sobre todo sensata.
A lo largo de mi carrera profesional he trabajado como lector para diversas empresas del mundo editorial y educativo, he redactado informes de lectura detallando qué transforma una buena idea en una mala novela, he rechazado mala ficción y recomendado manuscritos que han terminado transformándose en obras de teatro o libros de gran recibimiento. He publicado, he escrito sobre creación, he estrenado obras de teatro en español e inglés. Es una suerte inmensa y estoy muy agradecido a todos los que me han dado la oportunidad de aprender más sobre cómo se construye una novela.
Además he tenido la infinita suerte de cruzarme con estudiantes y escritores de todo pelaje: escritores con una imaginación rabiosa pero a los que les era imposible escribir una tilde a derechas, y estudiantes con cinco idiomas y máster en literatura incapaces de escribir una línea que despierte el interés del lector. También he escuchado y tenido a muchos profesores que han proporcionado consejos terribles a estudiantes novatos, y a maestros sencillos que eran capaces de inspirar a toda una clase con solo una frase.
Intentaré aunar en este blog algunos de los materiales que he ido recopilando a lo largo de estos años y que, en todo caso, no quiere ser más que una aportación a lo que ya muchos otros ha dicho.
No busque aquí la fórmula para el triunfo novelístico
No estoy seguro de qué puede hacer para que su novela triunfe (utilizaré la palabra novela a lo largo de este libro de notas como equivalente a libro de ficción). Me faltan conocimientos de mercadotecnia o posicionamiento web, y tampoco puedo hablarle de los procesos emocionales o intelectuales que llevan a un editor a publicar un manuscrito y rechazar otro ampliamente recomendado por sus lectores profesionales. Sí tengo, en cambio, una certeza adquirida a lo largo de los años acerca del arte de escribir ficción: nunca encontrará peor enemigo para la escritura de su novela que usted mismo.
Como escritor, usted solo debe tener un objetivo: que el lector se entretenga. Y ha de poner todo su empeño en que así sea. Ese es su oficio. Si esto no ocurre, si defrauda al lector y este se aburre, habrá fracasado en su tarea como escritor. Este concepto, que de tan obvio parece estúpido, es el primero que suelen olvidar escritores. El oficio del escritor es trazar ficciones que mantengan el interés de los lectores.
Cuando un lector compra su libro, se lo descarga, o lo toma prestado de la biblioteca, le está dando a usted, el novelista, un voto de confianza. Es decir, él suspende su vida durante unas horas y decide que las pasará leyendo su libro. Si usted, como escritor, se interpone en ese proceso, el lector se sentirá vulnerado y defraudado y no querrá saber más de usted ni de sus novelas. Y esto es su fracaso como escritor.
Alguien que lea estas palabras puede argüir que hay muchos factores que influyen en los gustos de los lectores. Está usted en lo correcto. Solo que yo aquí no hablo de gustos ni de preferencias de los lectores. El gusto es algo inasible, volátil y nunca una buena guía para escribir novelas. Nunca se escriben novelas al gusto de los lectores. En todo caso se escriben novelas al gusto del propio escritor: con personajes, tramas y conflictos que a él le interesan y lo hace porque piensa que otros, los lectores, lo pueden encontrar relevante. El novelista es el responsable último de no aburrir al personal.
¿Cómo se interpone un escritor entre la novela que escribe y el lector?
Cada vez que acudo a un restaurante en el que sirven gazpacho, pregunto si el gazpacho es natural o de bote. Si es de bote no me interesa. Algunos restaurantes practican cierta decencia y confirma que es de bote, lo cual agradezco y, en consecuencia, pido otro plato. Otros restaurantes piensan que su comensales son idiotas y gazpacho de bote y aseguran que es natural. Como es lógico, nunca vuelven a ese restaurante. Cuando usted se interpone entre la historia de su novela y el lector, está actuando como ese dueño de restaurante deshonesto. Y aunque no lo sepa, o no quiera saberlo, el lector se dará cuenta y no querrá saber nunca más de usted.
Una ejemplo muy sencillo de boicot del acto mágico de la lectura es el siguiente: no corregir las faltas de ortografía de su manuscrito. Cuando usted rehúsa seguir el código de escritura normalizado llamada ortografía (distinción entre b y v, c y z, tildes, puntos, comas, diéresis) usted obliga al lector a hacer un esfuerzo extra para entender su código (usted pone las tildes donde le conviene, o no abre exclamaciones o interrogaciones) y después ha de seguir la historia de su novela. Lo único que el lector es sentarse y leer su novela.
El escritor ha de ser un profesional de la ficción y del lenguaje
Si usted tuviera una fuga de agua en su piso y el fontanero se presentara con tan solo un destornillador seguramente desconfiaría del fontanero. Usted espera ver llaves, herramientas para llevar a cabo empalmes, cinta aislante… El fontanero puede jurarle y jurarle que él ha arreglado muchas fugas con este destornillador pero a usted eso se la trae al pairo. Cuando un escritor trata de hacernos creer que su novela, a pesar de estar mal corregida, es merecedora de una lectura, se está interponiendo entre la novela y el lector. El escritor no tiene que defender su novela. La novela sabrá defenderse por sí sola si está escrita con honestidad, trabajo y corrección.
Conclusión
Durante la siguientes semanas escribiré las distintas trampas y artilugios en los que los escritores caemos cuando escribimos ficción. También subiré artículos sobre las herramientas del escritor, los procesos mentales y emocionales del acto de escribir y, por supuesto, teoría. Olvídese de gustos comerciales, campañas de márketing, agentes literarios y demás zarandajas. La verosimilitud, la corrección, la construcción de mundos maravillosos no tienen nada que ver con la industria, yo no sé de esas cosas y hay expertos que lo harán mejor que usted.
Su primera tarea será grabarse a fuego esta sentencia: como escritor él único responsable de que su novela funcione como ficción es usted mismo.
Comentarios
[…] más allá de sus propias narices y comenzar a indagar la realidad que le rodea. Como decía en el primer artículo, no deje que su ego se interponga entre su voluntad de escribir un relato y el relato en […]
[…] puede romper el contrato de ficción de múltiples maneras. La primera, que venimos repitiendo en este blog desde hace ya algún tiempo, es la más común: usted se interpone entre el mundo que le ha […]
[…] historia de su novela (y le repito, no debería escribirla si ya he acertado en alguna cosa) transcurrirá en tiempos y lugares evocativos: alguna revuelta nacional en algún país occidental […]